El saco de carbón
- Sebastian Sanchez
- 26 ago 2015
- 1 Min. de lectura
Un día, Jorgito entró a su casa dando patadas y gritando muy molesto:
- «¡Papá, estoy muy enfadado con Pedrito! ¡Me ha humillado delante de mis amigos! ¡Ojalá le pase algo malo que le impida volver al colegio!», siguió exclamando el niño.
Su padre, entonces, fue a buscar un saco de carbón que tenía en el garaje y lo sacó al jardín.
- «Ven, Jorgito. ¿Ves aquella camisa de allí, en el tendedero? Imagínate que es Pedrito y que cada trozo de carbón es un mal pensamiento que va dirigido a él. Tírale todo el carbón del saco», le dijo.
El niño se lo tomó como un juego y comenzó a tirar los carbones pero, como la camisa estaba lejos, pocos acertaron en el blanco.
Cuando su padre volvió, le preguntó que cómo se sentía y el pequeño respondió:
- «Cansado pero alegre. Le di a la camisa con algunos trozos».
- «Ahora, acompáñame», le ordenó su padre, que puso al niño delante de un espejo.
Jorgito se llevó un buen susto porque todo él estaba de color negro.
- «Como has visto, la camisa ha quedado un poco sucia pero nada comparable a cómo has quedado tú. La lección, hijo mío, es que el mal que deseamos a otros nos vuelve siempre de forma multiplicada», le dijo, con la esperanza de que Jorgito se diera cuenta de que tener malos pensamientos es algo inútil, que acaba perjudicándonos.

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